martes, 25 de septiembre de 2007

LA FABULA DEL ELEFANTE BLANCO

“LA FÁBULA DEL ELEFANTE BLANCO”



OM. Cuenta una antigua fábula hindú, que habían tres hombres muy sabios, buscadores del “Sagrado Elefante Blanco”, el cual no era simplemente un mito para ellos, sino un verdadero ejemplar viviente de la más elevada Divinidad, pues Él representaba la “VERDAD MÁS EXALTADA”. Eran tres insaciables peregrinos, embarcados en la más noble exploración de los Misterios Universales. Tres ancianos, venerables, inquietos como los niños, y con una mente capaz de abarcar lo inesperado, lo nuevo, lo trascendental. Los tres tenían una peculiaridad física y es que eran ciegos de nacimiento, pero para ellos eso no era ningún obstáculo que les impidiese continuar su búsqueda sagrada, ya que como es sabido, son los ojos muchas veces los que nublan y ciegan la realidad. – Porque para los ojos físicos todo son apariencias, pero para el sabio que reconoce esto, mira con los ojos de alma, con los ojos de la intuición. Cuando así se mira las apariencias se desvanecen y la esencia queda desnuda, nada queda oculto a los ojos del Alma.
Tras buscar por varias ciudades, exhaustos llegaron a un poblado sencillo donde un anciano lugareño, amablemente, les indicó dónde, según decían los antiguos sabios del poblado, podían encontrarlo. Estaban ya, ciertamente, muy cerca, y con decisión y firmeza, henchidos de alegría se introdujeron en el interior de la selva. Anduvieron durante toda la mañana y como eran ciegos agudizaron al máximo sus otros sentidos. Cayo la tarde y los tres estaban exhaustos, pero seguían buscando con entusiasmo, entusiasmo digno de los verdaderos buscadores, y ¡por fin!, los tres oyeron y hasta olieron la inmanente presencia del Grande y “Sagrado Elefante Blanco”. Profundamente emocionados, y como si de un relámpago se tratase los tres ancianos salieron corriendo a Su místico encuentro, ¡hasta los árboles se apartaban por compasión al verlos venir!. Había llegado el momento, el mágico encuentro entre lo buscado y el buscador, entre lo profundamente invocado y la respuesta de una evocación divina, a la altura del tesón y la perseverancia mantenida durante años, incluso vidas... Uno de los ancianos se agarró fuertemente a la trompa del elefante cayendo de inmediato en profundo éxtasis, otro con los brazos completamente abiertos se abrazo con poderosísima fuerza a una de las patas del paquidermo y, el tercero se aferró amorosamente a una de Sus grandes orejas, ya que el elefante sagrado estaba placidamente tumbado sobre unas hojas.
Cada uno de ellos experimento, sin lugar a dudas, un sin fin de emociones, de experiencias, de sensaciones, tanto internas como externas, y cuando ya se habían colmado por la bendición del Sagrado Elefante, se marcharon, eso sí profundamente transformados. Regresaron a la aldea y en una de las chozas los tres en la intimidad relataron y compartieron sus experiencias. Pero algo extraño empezó a ocurrir, empezaron a elevar sus voces y hasta a discutir sobre la “Verdad”. El que experimento la trompa del elefante dijo: la Verdad (que era la representación del Sagrado Elefante Blanco) es larga, rugosa y flexible; el ciego anciano que experimento con la pata del elefante dijo: eso no es la verdad, la “Verdad” es dura, mediana, como un grueso tronco de árbol; el tercer anciano que experimento la oreja del paquidermo, indignado por tantas blasfemias dijo: la “Verdad” es fina, amplia y se mueve con el viento. Los tres, aunque sabios y hermosas personas, no se entendían, no se comprendían y decidieron marcharse cada uno por su lado.
Cada uno por su camino, viajaron por muchos países, haciendo de su capa un sayo, y difundiendo su verdad. Crearon tres grandes religiones y fue rápida su expansión. Esto fue posible porque tocaron la “VERDAD” y la predicaron honestamente por todo el mundo desde el corazón. Los tres buscadores, habían llegado a encontrar la Divinidad, pero no percibieron su amplitud, sino que se limitaron a experimentar una parte, no el Todo, por lo tanto, aunque sinceros en su búsqueda y en su servicio, herraron en su propia limitación mental.
De esta maravillosa y simbólica historia se pueden desprender innumerables conclusiones, todas ellas posiblemente validas. Para aquel que es un iniciado, percibirá rápidamente que muchos de los problemas actuales tienen que ver con el desarrollo de esta fábula, siendo también la solución posible, mediante el despliegue natural de nuestra inteligencia y de nuestro amor, hacia todos los asuntos de nuestra vida humana, si aplicamos correctamente las siguientes conclusiones prácticas.





Saquemos algunas conclusiones:

- Al igual que los tres ancianos, muchos individuos buscan algo; la felicidad, el éxito, la plenitud, el amor, la aceptación de los demás, la amistad, etc. E incluso para unos pocos inconformistas y testarudos, la “VERDAD”, ¿el por qué de las cosas?, de la vida de la existencia, etc.

- Aunque nos moleste aceptarlo, al igual que los tres ancianos, el ser humano parte hacia esa sagrada búsqueda, con la evidente y profunda ceguera de su propia ignorancia. Los cinco sentidos y el intelecto no son suficientes herramientas para investigar y descubrir la “Verdad”, el “Espíritu” que está detrás de las apariencias, detrás de todo lo creado, la quinta esencia o corazón de la innata divinidad subyacente...

- Cada uno de los ancianos descubrió, sin lugar a dudas, con toda su alma, parte de ese Gran Misterio, de esa Divinidad, eso no se cuestiona en la fábula. Sin embargo querer abarcar todo el océano de sabiduría en unas manos humanas es imposible. Tener una profunda experiencia con lo divino no es englobar todo su contenido. Sin embargo son muchos los que tratan de monopolizar la Verdad, a Dios, a través de una Religión, de una doctrina o una Filosofía, y eso no se puede hacer. No se puede limitar lo ilimitado, no podemos coger a Dios y encerrarlo en un libro y luego decir que es la “Suprema Palabra de Dios Incuestionable y Veraz”. Así comienzan muchas guerras y conflictos, por falta de inclusividad y estrechez mental.

¿ QUÉ ES LA “ VERDAD ” ?

El ser humano necesita desesperadamente “seguridad”, e intenta alcanzarla por todos los medios. Pero no solamente seguridad material o de subsistencia, sino también seguridad interior, de sus emociones y afectos, de su propia existencia e identidad. El problema del: “qué lugar ocupo en el sistema de la vida”, “qué se supone que se espera de mi” y “para qué sirvo realmente”, provocan en nuestro interior mucho desazón. Y es debido a esa inseguridad permanente, la que no acabamos de solucionar nunca, la que nos empuja a realizar miles de cosas, y a veces muchas de ellas absurdas, carentes de sentido, como por ejemplo el “pasar de todo” o todo lo contrario “luchar a muerte y contra todos por un ideal”. El primero se convierte en un incomprendido de la sociedad, en un “inadaptado”, y el segundo en un kamikaze suicida, en un mártir odiado por muchos, o héroe venerados por otros. Naturalmente, estamos hablando de extremos, y los extremos nunca son buenos de por sí, sin embargo éstos nos permiten dilucidar e intuir el camino medio, el posible equilibrio necesario para vivir con cierta seguridad o estabilidad, aunque en la mayoría de los casos no sea más que una estabilidad virtual.

Toda la clave de la existencia humana consiste en conocer “LA VERDAD”. Pero, ¿dónde esta esa Verdad Esencial?....... La Verdad nos daría la necesaria “seguridad” para ser felices y completos. Nos proporcionaría un futuro, y la comprensión de nuestro pasado, nos permitiría así mismo sacar todo nuestro potencial en el presente y no nos dejaría perdernos en la ignorancia tan aguda de nuestros tiempos. La Ciencia moderna nos despliega una interesante percepción del mundo que nos rodea, y nos demuestra inexorablemente una gran variedad de leyes y de fenómenos físicos y químicos. Ciertamente la Ciencia moderna avanza cada vez y con mayor seguridad, abriéndonos la “Puerta hacia la Verdad”, y esto es positivo para el hombre y por consiguiente para la sociedad en conjunto. La Religión también cumple su sagrado papel de buscar la Verdad. La búsqueda de la verdad a través de la religión es más subjetiva, más personal e intransferible, donde las experiencias íntimas, místicas y espirituales son esencialmente reveladoras para el individuo que así las experimenta. Pueden ser ciertas o ilusorias, divinas o subconscientes, pero ahí están. Y para los sujetos que así lo vivencian pasan a formar parte de su bagaje existencial.
Por consiguiente y simplificando estas dos posiciones aparentemente antagónicas, podríamos aseverar que la línea del científico es puramente mental y concreta. Basando su percepción en el mundo de los 5 sentidos, y su trabajo de investigación siempre estará limitado por los instrumentos materiales que utilice, como es obvio. Sin embargo también deberíamos decir que la postura estrictamente religiosa tampoco es completa, porque no solamente existe Dios, sino también materia, y tanto la una como la otra necesitan un correcta comprensión y un correcto desenvolvimiento en la vida y en la percepción del hombre. Desde el punto de vista esotérico, ESPÍRITU y MATERIA son UNO, ya que el espíritu es materia o sustancia sublimizada, y la materia es espíritu o divinidad concretizada. Aunque formulado de una forma poética, lo anteriormente expuesto, contiene una realidad integra, ya que actualmente esta demostrado que TODO ES ENERGÍA, sea ésta más densa o más sutil, más elevada o con mayor dureza, las verdad es que todo es energía, y la energía ni muere, ni se destruye, ni desaparece, sino que siempre está en constante movimiento, en constante transformación, de un estado a otro. En esta simple pero magnífica simbiosis podríamos unir a la ciencia y la religión, ya que las dos son partes de una misma búsqueda, y hermanas gemelas de un mismo creador. Las dos deberían trabajar juntas y complementarse conjuntamente en el camino de la investigación esencial. Las dos unidas como el padre y la madre y rodeadas de entendimiento y amor, seguramente darían como resultado creador el nacimiento de un tercer factor, el hijo, la Luz, que nos guiaría con seguridad hacia el abrazo sincero de la Verdad, a la cual en este capítulo hacemos tanta referencia.
Pero como alcanzar la Verdad, si la verdad no es material, ni mental. Difícil dilema para el buscador. Si la verdad es que el hombre es polvo y en polvo se convertirá, todo lo anteriormente expuesto o en lo sucesivo de nada importa, y carece de toda practicidad. Pero si la verdad es que el hombre es un “hijo de Dios” y por lo tanto espiritualmente inmortal y divino, sí que importa lo anteriormente expuesto y lo sucesivo, porque iremos avanzando en comprensión. Ante los Misterios de la Vida y la Metafísica, quizás, la correcta actitud a tener presente sea la razonable duda, pero a la vez, la suficiente humildad mental, para esperar lo inesperado, lo nuevo, la Magia. Una mente analítica, un espíritu crítico, un corazón intuitivo y un alma en constante atención y abierta a la revelación, y por supuesto, mucho sentido común y sin extremismos, sean las actnecesarias y positivas para recorrer el sendero hacia la “Verdad”.
El acercamiento a la Verdad es siempre progresivo. Podemos alcanzar una determinada verdad, pero siempre habrá una “causa” superior a ella misma, siempre habrá una verdad mayor que espera a ser descubierta. Por lo tanto estemos alerta y abiertos a una nueva y más amplia revelación. Las pequeñas verdades son necesarias para erigir mayores verdades. Las verdades a medias, son también verdades, y éstas dependen, naturalmente, del punto de compresión alcanzado.

Extracto del libro "LA LUZ DIAMANTINA" DE Francisco Redondo Segura

Si algún estudiante preguntase si en este libro se encuentra
la “Verdad”, nosotros diríamos serenamente que no.
La “Verdad” no se encuentra fuera del Hombre, sino dentro de cada uno, y es en la medida en que esa “verdad” va floreciendo en nuestro interior es cuando también lo vamos
reconociendo “fuera” en el exterior,......
“Y EN LA LUZ VEREMOS LA LUZ ” dice el Cristo.....

1 comentario:

Maryam dijo...

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